LA ESTRELLA DE NIEVE
Por Alfonsina Barrionuevo*
Una estrella que irradia su magnetismo a un nevado es la razón del peregrinaje a Qoyllur Rit’i. Para comprender su misterio hay que ubicarse en el Cusco cuando el virrey Francisco Toledo intentó desalojar a sus manes tutelares con una deslumbrante concentración de 117 imágenes religiosas de los virreinatos y audiencias de América.
Vano esfuerzo del gobernante que quiso cambiar con su despliegue de vírgenes y santos un mundo diferente que conecta las fuerzas de la naturaleza con la tierra y el cosmos.
Cómo retirar al sol que da vida y calor desde el cielo; a la luna que maneja las mareas; a las estrellas que deciden las siembras, la multiplicación de los animales y marcan el destino de los hombres; a los vientos que en husos gigantescos arrastran las enfermedades; a la lluvia que baja presurosa cuando se raja el labio de los surcos; al fuego que abre sus flores ardientes en la tierra.
Cómo romper el carácter sagrado de una ciudad donde tenía su templo algo tan frágil como el sueño y donde se albergaba la muerte, sin discriminarla de la vida, su gemela. Lo único que logró el arrogante virrey fue el sincretismo, integrar las imágenes religiosas de su mundo a la ecología del nuestro.
En el siglo XVIII cuando se descubre una movilización religiosa andina hacia el nevado Qolqe Punku, «Puerta de Plata», en la cordillera del Ausanqati, se produce un discurso similar. El obispo Manuel Moscoso y Peralta, subestima a la gente de la cordillera y cree que podrá revertir las creencias.
Para ello entreteje con sutileza la historia de Marianito Maita, pastorcito de alpakas en la hondonada de Sinak’ara, que juega con el Niño Dios. Al ser visto se hace una redada, un ch’ako humano con yanakunas de Paucartambo y Quispicanchis. Acorralados ante un árbol de tayanka Marianito muere y su amigo se convierte en un Cristo que pasa al farallón frente al Qolqe Punku.
La tayanka, la roca, el Cristo sangrante, vuelven a crear el sincretismo del Corpus Inka. El Señor de Qoyllur Rit’i es objeto de una fe adorable pero continúan las tradiciones ancestrales.
Más de veinte mil romeros que acuden del gran sur alternan ambas creencias. Rezan al milagroso Señor y cientos bailan en el atrio de la iglesia en policroma ofrenda. Paralelamente realizan sus prácticas rituales. Sus pedidos de terrenos en pedruzcos en las faldas del nevado, el culto a los muertos en la procesión de la cruz que cargan los ukhukus o pabluchas con las túnicas de los que atraparon los glaciares. Su bajada del nevado haciendo ulular sus poros con los bloques de hielo para los ritos de purificación con la nieve irradiada por la estrella Qoyllur. Otros rituales secretos son la feria de los sortilegios y los baños lustrales. Son exclusivos para los altomisayoq.
Al terminar la misa de fiesta muchos siguen a Machucruz y Yanakancha para el saludo al sol con «¡hayllis!» o vivas hasta el próximo peregrinaje. La estrella debe alumbrar hasta entonces el camino de sus vidas.
Foto de Portada Alfonsina barrionuevo
* Abogada, Periodista, Historiadora peruana