PROTEGER NUESTRA CASA COMÚN
El Papa Francisco en su carta encíclica «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor»”, la cual naturalmente no hemos podido leer completa ya que se necesita tiempo y reflexión, e interpretación, naturalmente recurrir a la hermenéutica, y no somos tan pretenciosa como para atrevernos a tanto, sin embargo, de lo que hemos podido leer y sentir de la palabras del Papá, el cual ha recurrido a utilizar muchas citas, de otros líderes religiosos, como la de Patriarca Ecuménico Bartolomé y de la “San Francisco de Asís” que es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos, y constantes referencias a la Biblia perfectamente aplicadas que naturalmente no hubiéramos podido anotar si es que no hubiésemos terminado ya el «Primer Curso de Capacitación en Investigación, Búsqueda de Información y Redacción Científica, organizado por la Univ. San Martín de Porres.
Ciertamente, nos parece desde nuestro neófito punto de vista de feligreses de la Iglesia católica muy apropiada para los tiempos y un canto a la vida, a la Naturaleza y a la toma de conciencia de la reciprocidad que debemos tener por utilizar un espacio y un tiempo en el que estaremos disfrutando de esa Naturaleza maravillosa que nos ofreció el Señor…
La carta encíclica “Laudato si” mi’ Signore» tiene hasta donde hemos podido leer muchos párrafos maravillosos, algunos muy fuertes, hemos copiado algunos que nos parecen un mensaje directo a la conciencia, y de entrega hacia los demás que con mucho respeto compartiremos con Uds. Dilectos lectores.
La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura. (Párrafo 21 del primer capítulo).
Nos conmueve la clarividencia que tiene el Papá, acerca del cambio climático y la contaminación ambiental de todo tipo que se produce en la tierra, y el dolor e impotencia que debe sentir cuando pone tanto énfasis en la llamada “cultura del descarte” que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura”. (Párrafo 22 del primer capítulo)
“No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite responder a una acusación lanzada al pensamiento judío-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Génesis que invita a « dominar » la tierra (cf. Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es una correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras. Porque, en definitiva, «la tierra es del Señor » (Sal 24,1), a él pertenece « la tierra y cuanto hay en ella » (Dt 10,14). Por eso, Dios niega toda pretensión de propiedad absoluta: « La tierra no puede venderse a perpetuidad, porque la tierra es mía, y vosotros sois forasteros y huéspedes en mi tierra » (Lv 25,23). (Párrafo 67 del capítulo 2°)
Finalmente, vale la pena tomarse un tiempo para leer y comprender este mensaje de amor y preocupación por la humanidad que nos ha escrito nuestro querido Papa Francisco, que en algunos párrafos de los que hemos podido leer, realmente nos conmueven hasta las lágrimas, por la misma impotencia de pensar que el mensaje no sea comprendido y aplicado, por los poderes fácticos que dominan el mundo…
Elena Villar
Directora