GLADYS TEJEDA HIJA DE ORO DE JUNÍN
Por Eduardo Salinas
Símbolo. Medallista llegó a Lima y fue recibida con júbilo. Su madre, Marcelina, contó en su hogar en el distrito Junín, de la provincia del mismo nombre, la historia de sacrificio de nuestra campeona.
No hay mujer más orgullosa en Junín que la señora Marcelina Pucuhuaranga. Muy dichosa, guarda celosamente todas las medallas y trofeos de Gladys Tejeda, quien cuenta que cada victoria y sufrimiento de su hija los siente como suyos.
En su natal Junín, a 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar, Marcelina, de 73 años de edad, recuerda con mucho cariño que la primera carrera que ganó su hija fue a los 6 años, en la escuela primaria ‘José Andrés Rázuri’. ¿El premio? Fueron unos cuadernos y lapiceros.
La vida de la familia Tejeda Pucuhuaranga ha cambiado. Hoy toca cosechar victorias, como la medalla de oro, en la maratón femenina, de los Juegos Panamericanos celebrados en Toronto, Canadá.
“Es un sueño poder celebrar este triunfo con todos, pero en especial con mi madre”, sostuvo Gladys, siempre con Marcelina, que esperó a su hija en el aeropuerto internacional Jorge Chávez.
“Yo he tenido nueve hijos; Gladys fue la última, la más engreída. De niña era muy hábil. Antes de ir a clases iba con su padre, Alejandro Tejeda, a alimentar a los animales en un rancho. Las vacas tenían que cruzar un pequeño río. Luego corría a la casa para cambiarse e irse al colegio; todo lo hacía muy rápido”, cuenta su madre.
Su padre, quien hace ocho años perdió la vida, iba diariamente a caballo. Detrás de él, estaba la joven Gladys, quien no necesitaba transportarse sobre un animal; ella solo corría para alcanzar a su padre. Marcelina cree que esa constante actividad física que tuvo desde pequeña en una ciudad de altura, ayudó para que su corazón y sus pulmones sean más grandes.
“Siempre le gustaba correr; no solo en la primaria, también en la secundaría. Y cuando estudió educación, participó en varias competencias, en Tarma, Acobamba, Huancayo. Además, ella era una aguerrida jugadora de fútbol. Gladys le ponía mucho empuje a cada deporte que practicaba”, comenta Marcelina, quien reconoce el esfuerzo de su hija.
La familia siempre tuvo confianza, pero hubo un día clave para ellos: fue el 20 de marzo del 2011, cuando en la maratón de Seúl, en Korea, llegó en cuarto lugar y logró clasificarse a los Juegos Olímpicos de Londres.
“Sabíamos que Gladys estaba para cosas más importantes. Ella llegó en el puesto 43 en las Olimpiadas, se ubicó como segunda mejor latinoamericana”, agrega su hermano Jorge Tejeda, quien dice que las marcas de la fondista pueden superarse: “Si he ganado la medalla de bronce en los Panamericanos de Guadalajara, ahora puedo estar mejor ubicada, me decía mi hermana”.
El pasado sábado, 18 de julio, Marcelina Pucuhuaranga se levantó a las 4 de la madrugada, sintonizó el canal que transmitía los Juegos, para ver a su hija en Toronto, y sufría con cada paso que daba su hija. En la pequeña casa, había suspenso, adrenalina y emoción.
“Fueron 42 kilómetros extremos. Ella partió dentro de los tres primeros y en la carrera se mantuvo a ese ritmo. En el kilómetro 20 Gladys empezó a despuntase y ubicarse primera”, dice Marcelina.
Gladys Tejeda sigue su camino. En Rotterdam (Holanda) logró clasificarse a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Su mejor marca en una maratón hasta el momento es de 2 horas 28 minutos y 12 segundos. Gladys sabe que puede superarse.
F/ La República/foto David Huamaní