HIROSHIMA Y NAGASAKI JAMAS SE DEBEN OLVIDAR
73 años después el horror que causó la hecatombe nuclear en estas dos ciudades japonesas, siguen conmoviendo la conciencia de miles de millones de seres humanos que sólo desean vivir en paz sin la espada de Damocles sobre sus cabezas de un ataque nuclear; y que en el siglo XXI no se haya logrado un acuerdo mundial sobre el desarme nuclear “No a la guerra si a la paz” pide el Papa, nos recuerda un eslogan que usaron mucho, las tribus urbanas hippies “peace and love” en protesta contra la guerra de Vietnam.
Las generaciones que hemos visto esta conflagración, sólo en el cine, en películas realizadas en Hollywood con una visión ciento por ciento americana, se nos hace muy difícil comprender la lucha interna que debe haber sufrido el Presidente Harry Truman, al tomar la decisión, de bombardear estas dos ciudades en 1945. Creemos que un “Dios nos ayude” cómo aquel que nos dejó en shock hace 28 años del jefe del gabinete en el primer gobierno del presidente Fujimori, Juan Carlos Hurtado Miller no debe haber sido suficiente.
Hemos visto en tiempo real, como se viven las noticias en la aldea digital que se ha convertido el mundo, escenas patéticas de dolor de algunos sobrevivientes a esta conflagración atómica, que en segundos mató a 220,000 personas, niños, adultos, viejos, que se leen muy rápido, pero las consecuencias y más muertes aún no terminaron… y se mantendrán en la memoria, en el tiempo y espacio.
No obstante generan corriente turística y aquí nos podríamos extender en las nuevas tendencias turísticas, entre las que encontramos el «dark Tourism» sobre el cual ya hemos escrito en otras oportunidades, pero debe saber amigo lector que Hiroshima y Nagasaki son símbolos de turismo nuclear y que las visitas de extranjeros al Museo Conmemorativo de la Paz en Hiroshima ha alcanzado cifras récord de visitas más de 500 mil visitantes al año… ¿Qué ver? De acuerdo con los extranjeros que han visitado estas dos ciudades japonesas, los restos quemados que se conservaron, las sombras humanas que quedaron visibles luego de la explosión, son testimonios vivos de la desgracia que deja una guerra que no se debe repetir mucho menos olvidar…
La historia nos refiere que el nombrado «Fat Man», el mortífero proyectil de plutonio estaba destinado inicialmente a la ciudad de Kokura (norte de Nagasaki), donde se encontraba una importante fábrica de armamento. Pero unas condiciones meteorológicas desfavorables llevaron al bombardero estadounidense B-29 a cambiar de rumbo».
El Papa recordará seguramente este domingo «con horror y repulsión»… Este «trágico evento»… que se «ha convertido en el símbolo del ilimitado poder destructivo del hombre cuando hace un uso equivocado del progreso de la ciencia y de la técnica»… De toda la tierra se eleva una única voz: ¡no a la guerra, no a la violencia, sí al diálogo, sí a la paz! ¡Con la guerra siempre se pierde! ¡El único modo de vencer una guerra es no hacerla!»…
Sabias palabras las de Francisco pronunciadas hace tres años, que con la clarividencia que lo caracteriza desde nuestro punto de vista, repetimos trasciende su naturaleza humana.
Sólo agregaremos “Little Boy”, “Fat Man” nombres ridículos que la humanidad no debe olvidar por el inconmensurable dolor que causaron… Y siguen causando, y rogamos para que las conversaciones de desarme Nuclear que ha emprendido el presidente Donald Trump y Kim Jong-un «rey» de República Popular Democrática de Corea lleguen a feliz termino para la tranquilidad de la humanidad…
Magister Elena Villar
Directora