EDUCAR SERES HUMANOS
Por Antero Flores-Araoz*
Una de las características de nuestro querido Perú, es la inclinación de sus ciudadanos al disenso, al desacuerdo, a encontrarle peros a todo, a revisar afirmaciones ajenas, no para mejorarlas sino para negarlas y contradecirlas.
Nos gusta además la práctica del “palo encebado” y basta que las ideas de algunos prosperen, o que sus iniciativas tomen cuerpo, o que sean exitosas, para tratar de “bajárselas” al igual que a sus autores.
Pese a lo señalado, hay consenso en que se requiere mejorar la educación peruana, y no nos circunscribimos a la inicial, primaria y secundaria, sino también a la superior. Incluso la concordancia se da en la necesaria elevación del porcentaje del presupuesto nacional destinado a la educación.
En los últimos años se ha hecho bastante por el sector educativo, aunque no lo suficiente. Se han mejorado las edificaciones educativas emblemáticas, aunque con carencias de recursos para su mantenimiento y conservación. Igualmente se han empezado a elevar las retribuciones de los maestros y se ha introducido el factor de la meritocracia y la evaluación de resultados, lo que nos parece muy bien, pero insistimos: insuficiente.
También es destacable, que pese a los errores y defectos de la novísima Ley Universitaria, así como su atentado contra la autonomía del sector, consagrada en la Constitución, se haya comenzado a acrecentar la calidad educativa de las universidades, sobre todo las caracterizadas antes de la Ley por sus deficiencias y mediocridad.
Entre las debilidades de lo que se viene haciendo, sin dudar de la buena fe de quienes lo proponen, es el exceso regulatorio del sector educacional, que como cereza en torta ha determinado requisitos y características para los establecimientos de enseñanza inicial (nidos o jardines de la infancia, como se les llamaba) que son casi imposibles de cumplir y que impedirán que en barrios ya consolidados y con edificaciones concluidas se puedan poner otros centros educativos iniciales.
Casi todos hablan de la educación y formación para el trabajo, curriculas o planes de enseñanza diferenciados por circunscripciones territoriales y según los climas y las actividades laborales de la generalidad de la población. También se habla de la necesidad de vincularse con el avance de la ciencia y tecnología, de la innovación, así como de la competitividad. Todo ello muy bien, ¿pero qué hay de la formación del ser humano como tal?
En reciente diálogo entre política y religión, con el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer y del IESC, se trató sobre la importancia de los valores éticos en la lucha contra la corrupción, y en donde existió amplísimo consenso en que hay que dotar al educando, de todos los niveles, desde el inicial hasta el universitario, de enseñanza humanista y no solamente técnica. Necesitamos formar seres humanos comprometidos con el país y no robots laborales, y para ello, también en todos los niveles, será necesario insistir en los valores éticos, el compromiso social, así como el civismo.
La educación no puede circunscribirse a mejorar la infraestructura educativa y los sueldos, ello es lo material, pero debe complementarse con la formación integral de seres humanos, que es mucho más que la sola instrucción.
*Fundador del partido Político ORDEN
Candidato a la presidencia del Perú en el 2016