PAPA QUE COPIA LA ZARPA DEL PUMA
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Nuestra querida amiga Alfonsina Barrionuevo nos envía una información muy interesante no cuenta que ; » El poeta cusqueño Andrés Alencastre llamaba al puma “oqe michi”, “gato gris”. Pero, qué gato, de ojos vigilantes, corpulento, movimientos rápidos y pisada suave. Un felino que, en tamaño, es el cuarto del mundo. Me sorprendió Fernando Moscoso Salazar al decirme que la madre naturaleza copió la mano o zarpa del felino en otra especie.
En los surcos de Q’orqa, en este caso, encontró una papa que reproduce su mano o pata. Un capricho en el que ella muestra sus dotes de artista. En la forma, volumen y el trazo y el color de la cáscara entre negruzco y claro fue precisa, como se ve en las fotografías que le tomó el periodista. Tras su nombre: Puma Maki, “mano de puma”, “Solanum tuberosum ssp andigenum”, hay un rugido majestuoso.
Esta papa, Solanum tuberosum ssp andigenum, que copia la forma de una zarpa o pata de puma fue fotografia en Q’orqa, Cusco, por el periodista Fernando Moscoso Salazar. “Su nombre andino es Puma Maki y se encuentra entre las 3,500 variedades de papa que tiene el Perú, su país de origen. Se trata de un capricho de la naturaleza”, dice Alfonsina Barrionuevo. “Crece entre 3,000 y 3,900 metros sobre el nivel del mar y también se encuentra en Apurímac, Ayacucho y Huancavelica. ¡Una primicia ancestral de los Andes!”
Tuvo razón Dalila Pardo de Saric al llamar Qori Manka a un gran festival de comida peruana, manjares preparados en “Olla de Oro”. Allí se hubiera vanagloriado la puma maki, una criatura definitivamente andina. “Se come hervida, al horno, en guiso de papa seca y en hojuelas”, dice el ingeniero Miguel Angel Pacheco del Castillo.
Agrega que esta variedad es de sabor agradable y de buen rendimiento. Se le descubre en alturas, una de las tres mil quinientas que tenemos en el Perú. Se cultiva en áreas pequeñas de Cusco, Apurímac, Ayacucho y Huancavelica, Hasta hoy conserva sus características fenotípicas y sus flores violeta, de caliz verde con manchas blancas abren sus capullos, como diciendo “listas para nacer”.
¡Una primicia ancestral de los Andes!
Fotos/ Fernando Moscoso Salazar