GAS Y RENEGOCIACIÓN
Por Antero Flores-Araoz*
Hacen varias décadas pudimos haber iniciado la explotación del gas de Camisea, impedida por politicastros de diverso pelaje, lo que significó años de atraso para el Perú, precios altos por los hidrocarburos y por el suministro eléctrico, que de otro modo hubiéramos tenido plantas generadoras que nos hubieran proporcionado energía para la industrialización del país y la atención de los usuarios domésticos.
Lo más reiterativo, escuchado sobre todo de las autoridades del Cuzco en aquella no tan lejana época, era qué si entraba alguna empresa privada a explotar el gas, sería “entreguismo”, y prácticamente estaríamos empeñando las “joyas de la corona” que deberíamos preservar para el futuro.
Felizmente se dejó de escuchar a los profetas del infortunio, que con su consabida prédica lo único que lograron fue postergar el desarrollo peruano, y por ende también retrasar las acciones para luchar contra la pobreza.
Empero los años que duró la malhadada perorata anti inversión, también generó temores en los posibles inversionistas y el Estado Peruano tuvo que negociar en condiciones que no eran las más convenientes. El resultado fue que los mexicanos compraron al Perú el gas muy barato, para luego venderlo muchísimo más caro a otras latitudes.
La situación antes mencionada debió haber llevado al Estado Peruano a renegociar el contrato suscrito con los operadores del gas, sobre todo cuando el diferencial de precio era ostensiblemente significativo, lo que lamentablemente no sucedió. Ahora se ha planteado tardíamente la renegociación del contrato del gas, a lo que podríamos agregar que es mejor que se renegocie ahora a que no se haga nunca.
Como casi siempre sucede, cuando se pretende hacer cosas lógicas, aparecen los “agentes de la desdicha”, que ahora emergen del sector inversor, señalando que la renegociación pondría en peligro las inversiones que queremos obtener y postergaría aún más la necesaria reactivación de nuestra hoy anémica economía.
Nada más lejos de la verdad, pues si bien los contratos son ley entre las partes y únicamente ellas lo pueden modificar, no es menos cierto que la renegociación de los contratos es una práctica lícita, legítima, e incluso me atrevería a calificarla de cotidiana. Los abogados y quienes actúan contratando bienes y servicios, comprendemos que con el correr del tiempo las estipulaciones de los contratos pueden haber dejado de ser auspiciosas o por lo menos equitativas, lo que amerita cambio de las reglas de juego para conseguir la equidad que nunca hubo o que se perdió.
Solicitar desde la posición del Estado la renegociación, es tan legítimo como solicitarla desde el Sector Privado, lo que además se hace frecuentemente. Se renegocian costos administrativos en los contratos de obra y supervisión, se suscriben adendas para modificar plazos de entrega y recepción de obras, se suscriben ampliaciones de suministro para aumentar las unidades adquiridas, entre muchos otros ejemplos. Incluso se hace rutinario encontrar publicadas en el diario oficial “El Peruano” resoluciones que aprueban modificaciones contractuales en contratos de licencia para la exploración y explotación de hidrocarburos (La última respecto al lote Z-35)
Lo que no se puede hacer es imponer por norma legal cambios contractuales, pues atentaría contra la Constitución que lo prohíbe. Renegociar: por supuesto. Imponer cambios contractuales: nunca jamás.
* Reconocido jurista y político peruano Fundador del partido ORDEN y candidato a la presidencia del Perú 2016
Ha sido Diputado, Constituyente y Congresista de la República del Perú, siempre de la mano del Partido Popular Cristiano. En el 2004, fue electo como Presidente del Congreso entre otros importantes cargos diplomáticos.
La Dirección no se solidariza necesariamente con la opinión de sus colaboradores