CUANDO VIAJE PREFIERA CRUZAR EL ATLANTICO DURMIENDO

SEPA POR QUE
Cada día cruzan el atlántico norte unos 2.000 aviones. Suelen ser aeronaves grandes, en las que hay al menos 200 o 250 personas como mínimo, y en algunos casos hay hasta 400. Es decir, tirando por lo bajo, cada noche 400.000 personas cruzan este lugar del mundo, completamente a oscuras y sin ayuda de ningún radar. Y desde que los vuelos transatlánticos se popularizaran hace 50 años, los accidente que ha habido se pueden contar con los dedos de las manos. Y nunca jamás se han chocado dos aeronaves, y eso que el espacio por el que pasan la mayoría no es más ancho que la distancia que separa Madrid de Zaragoza.
Este “milagro” de la aviación se debe a un ingenioso sistema de navegación. Aunque el cielo es enorme, los aviones vuelan por una especie de autopistas aéreas que ayudan a que el tránsito sea eficiente y seguro.
Estas aerovías son necesarias porque el radar de los controladores aéreos solo cubre hasta una distancia de 250 millas náuticas de la tierra. Es decir, en medio del Atlántico nadie sabe exactamente en qué punto está el avión, como tristemente ha quedado demostrado en los accidentes del vuelo de Air France que cubría la ruta Rio de Janeiro – París, o la desaparición del vuelo de Malaysian Airlines. En el primer caso, los investigadores tardaron semanas en encontrar los restos. En el segundo, ni siquiera se ha encontrado ni una sola pieza del avión.
Los propios aviones cuentan con un sistema de radar para evitar chocar en pleno vuelo con otras aeronaves. Pero esta circunstancia no se evita así: se hace avisando con anterioridad a las autoridades sobre el plan de vuelo que se va a establecer.
Las aerolíneas pueden seleccionar para sus vuelos en el Atlántico norte hasta 10 aerovías. Tras obtener el permiso para entrar en ellas, una petición que se hace horas antes del despegue, los pilotos pueden programar sus aviones para que sigan la ruta establecida. Así, en el momento que activen el piloto automático la nave entrará sola en la vía y hará el camino. El piloto solo necesitará recuperar los mandos en el momento del descenso y el consiguiente aterrizaje.
Las aerovías tienen sus propias normas: los aviones deben estar separados por una distancia de al menos 140 millas y deben mantener una altura determinada de crucero. Cualquier cambio en estos parámetros -ya sea por una emergencia mecánica o médica- debe ser avisada por radio, para que los controladores puedan avisar a los demás aviones y darles una alternativa segura.
Todas estas operaciones se supervisan desde el centro de control aéreo de Gander, en Canadá. Así que la próxima vez que vuelvas de Nueva York, dale las gracias a sus operarios por aterrizar en Europa sano y a salvo.
F/Yahoo Noticias