PARLAMENTO ANDINO, ¿INNECESARIO?
Por Antero Flores-Araoz
Despreocúpense, no me he trastornado ni nada que se le parezca. No me refiero a nuestro Congreso, que pese a todas sus falencias y carencias, su existencia es indispensable para vivir en Democracia. Me refiero al Parlamento Andino.
La actual Comunidad Andina que nació como Acuerdo de Cartagena o Pacto Andino suscrito en 1969, ha quedado reducida a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, luego del retiro de Venezuela y la participación más virtual que real de Chile. La CAN, como también se le conoce, tiene su Secretaría General con el objetivo de hacer propuestas técnicas y propiciar que se cumplan las Decisiones que toma la Comunidad.
Adicionalmente la CAN cuenta con el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, el cual resuelve las controversias que en ella se presentan. También tiene al Parlamento Andino, en que están los representantes de los Países Miembros, organismo con muchos deseos pero pocas realizaciones, como no podía ser de otra forma pues a diferencia del Parlamento Europeo únicamente hace recomendaciones, pero no sanciona normas legislativas para el Acuerdo integrador del que forma parte ni ejerce fiscalización sustantiva, y la representación de los pueblos andinos es casi ornamental.
Los países de nuestra área geográfica somos inclinados a crear organismos innecesarios y a emplear los recursos públicos para veleidades institucionales. Además del Parlamento Andino tenemos el Parlamento Latinoamericano, el Parlamento Amazónico, el Parlamento Indígena, y seguramente nos encontraremos con el Parlamento Sudamericano de Unasur, sin olvidar la pretensión para que los países de la Alianza del Pacífico también tengan el suyo.
Lo que tenemos que preguntarnos es si sirven para algo, y siendo exageradamente generosos diremos que para muy poco, y es por ello que representantes de los gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú han expresado su intención de cerrar el Parlamento Andino. Ojo, que no se trata de ningún golpe de estado multinacional, sino la base convencional para concertar un nuevo Tratado Internacional con el cual se elimine el Parlamento Andino, y cada País Miembro derogue sus disposiciones legales que normaron la elección de los congresistas andinos.
Las realizaciones que puede mostrar el Parlamento Andino son reducidas, circunscribiéndose a la lírica defensa de los migrantes de la Sub-Región, el establecimiento del pasaporte andino y la tarjeta andina de migración, y por ahora la incipiente cooperación consular.
Para que sea útil el Parlamento Andino tendría que proponer técnicamente la armonización de las más importantes normas nacionales, además de coordinar la adopción de políticas públicas para enfrentar en conjunto el cambio climático y el terrorismo internacional, así como promover el ferrocarril andino que ayude a interconectar a los países miembros.
Es indispensable que el Parlamento Andino propicie un verdadero proceso de integración y desarrollo regional, pues en caso contrario cavará su propia sepultura.