TILTING AT WINDMILLS

P. Josefina Haydée Argüello
Como ya nos tiene acostumbrados, la Dra. Josefina Haydée Argüello, nos deleita con otro delicioso artículo, fruto de una exhaustiva investigación acerca de dos grandes de la literatura inglesa y española, confiamos dilectos lectores que lo disfruten tanto como nosotros.
En Stratford-upon-Avon está la casa donde nació y vivió Williams Shakespeare (1564-1616) . El la heredó de su padre, John Shakespeare en 1601.
En esta propiedad, (que ahora es parte del Shakespeare Birthplace Trust), tienen en exhibición unas urnas pertenecientes a dos contemporáneos de Shakespeare: Miguel de Cervantes (1547-1616) Español y autor de la obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la mancha y a Tang Xianzu (1550-1616) Chino, autor del drama El Pabellón de las Peonías o Historia del alma que regresó, frecuentemente comparada a Romeo y Julieta.
La sabiduría del juego de palabras creado por Cervantes, era muy similar a la de Shakespeare. El trabajo de ambos fue fuentes de inspiración para crear nuevos términos, dándose como ejemplo la expresión anglosajona “tilting at windmills” (lucha contra molinos de viento) refiriéndose a la obra cervantina “lo imposible de alcanzar”.
En Don Quijote, Cervantes nos habla de estos molinos de vientos. Cuando divisa a lo lejos “treinta o pocos más, desaforados gigantes” decide batallar con ellos. A lo que su escudero Sancho sorprendido le dice:
“ ¿Que gigantes?
—Aquellos que allí ves—respondió su amo— de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquello allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, […].
—Bien parece— respondió don Quijote— que no estás cursado en estos de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, […]
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante. Sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, […]”.
En la mitología griega los gigantes son personajes caracterizados por su estatura y fuerza excepcional. Según Homero eran una raza de hombres salvajes y de grandes dimensiones que fueron exterminados debido a su insolencia hacia los dioses. Aparecen en el episodio de la Gigantomaquia (guerra de los gigantes) en la que se enfrentaron a los dioses del Olimpo.
Cervantes menciona a muchos gigantes en su novela, entre ellos, cita a Biareo que era un Hecatónquiro (gigantes de 100 manos) hijo de Urano y Gea.
“[…] las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.”
Menciona al gigante Morgante, posiblemente derivado del poema épico italiano Morgante, escrito por Luigi Pulci y publicado en 1480.
“Decía mucho bien del gigante Morgante, porque con ser de aquella generación gigantea […], él solo era afable y bien criado”.
Rodolfo Ragucci, en Cervantes y su gloria, nos habla sobre los influjos ejercidos por el Quijote.

F/Portal de las Bibliotecas de Madrid – Ayuntamiento de Madrid
El más inmediato influjo “ fue el golpe de muerte” que propinó Cervantes a la “agonizante literatura caballeresca”. Creando al mismo tiempo la novela moderna de “costumbres y caracteres, que tiene en la obra cervantesca su arquetipo soberano”.
Alonso Quijano el Bueno, cuando recobra su mente al momento de su testamento dice:
“Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería, […]”.
La crítica literaria se resistía a creer que el Quijote fuera solamente una sátira cruel y burlesca de los libros de caballería. El verdadero sentir de esta novela era algo superior. Al haber una dualidad entre el Quijote y Sancho Panza la obra no queda limitada en el espacio y el tiempo. El ideal humano dividido en los dos extremos: el idealista que fantasea, el que pone todo en juego, su persona, sus bienes en la persecución de su misión y la del realista que razona, el cual no aventura nada sino lo necesario para lograr la gobernación de la ínsula prometida por Don Quijote.
Cuando ese ideal se hace un imposible se convierte en un ideal fracasado. Es aquí donde realzar la expresión “Tilting at windmills”.
Dos tipos distantes y lejanos que se enlazan entre sí para hacer de esta novela una obra universal e inmortal.
El 23 de abril de 1616, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, estos dos genios contemporáneos, daban al mundo el último destello de sus ojos y pasaban a la inmortalidad a través de los tiempos.
Shakespeare no imaginó que en el soliloquio de Hamlet, estaba comprendido el resumen de la vida del hombre ni Cervantes pensó, que lejos de su aborrecimiento a los libros de caballería, estaba naciendo en su obra Don Quijote, un significado más transcendental, como es la dualidad humana.
Yace aquí el hidalgo fuerte/ que a tanto extremo llegó/ de valiente, que se advierte/ que la muerte no triunfó/ de su vida con su muerte”. Don Quijote.
*Maestría en literatura Española