LA REENCARNACIÓN DE RUBÉN DARÍO EN BENJAMÍN ITASPES
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Nuestra gentil amiga y colaboradora Josefina Haydée Argüello, con ese estilo sutil y poético que nos encanta nos envía un artículo sobre la vida del insigne poeta, escritor, periodista, diplomático nicaragüense Rubén Darío haciendo una analogía entre el autor y el personaje principal Benjamín Itaspes en “El Oro de Mallorca”, novela escrita en Valdemossa de Mallorca en (1913-14) donde el Príncipe de las letras castellanas, le da finalidad con una larga poesía dedicada “A la Cartuja”
Por Josefina Haydée Argüello *
Cuando Benjamín Itaspes sale del muelle marsellés hacia Palma de Mallorca por el mar mediterráneo, va en busca de una renovación corporal y espiritual. En el ocaso de su vida, cansado, desorientado, convaleciente, con un sentimiento profundamente cristiano, en busca de retiro y aislamiento, huyendo del bullicio de las grandes ciudades, de la explotación cerebral a la que había sido expuesto, y lejos de los alcoholes y excitantes, va a Mallorca a la isla dorada por el sol, allí lejos de su amada patria, a encontrar paz interior.
Por invitación de un viejo amigo, hombre de noble corazón, Juan Sureda para Rubén y Luis Arosa para Benjamín, un gran lulista ** que habita en el castillo de la Real Cartuja en Valldemosa, donde en un tiempo vivió un rey asmático Sancho, que reinó de (1311-1324) hijo de Jaime II. Castillo, que después de ser morada Real, fue convertido en el año 1399 en monasterio habitado por los monjes Cartujos durante cuatro siglos, quienes vivían en oración y sacrificios. Castillo, que pasa de generación en generación a través de la historia a manos privadas, allí nuestro amado Rubén, es decir también su personaje “Benjamín” se refugian por un buen tiempo.
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Una foto ,más que mil palabras/ Turistamagazine
Dejó París después de veinte años de llevar una vida bohemia. Creyó que al partir sufriría, ya que París era para él un ideal, más sin embargo no derrama una sola lágrima. Dice Rubén al dejarlo: “Mis veinte años de París, que yo creía que eran manos de hierro que me sujetaban al solar luteciano, dejaron libres mi corazón. Creí llorar y no lloré.
Juventud divino tesoro/ Ya te vas para no volver/ Cuando quiero llorar, no lloro/ y a veces lloro sin querer.”
Benjamín Itaspes, un gran músico de profesión y gran amante de Frederick Chopin, encuentra que en una de las celdas del castillo, había vivido éste con su amada, una escritora francesa, George Sand (Aurore Dupin). Benjamín pasaba horas de regocijo entre los libros y manuscritos en una de las torre del castillo, en la antigua biblioteca. La misma donde habían pasado hombres de letras como Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz, “Azorín” y el gran sabio Melchor de Jovellanos.
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En el teatro familiar, algunas noches, Benjamín Itaspes tocaba en el mismo piano, donde el gran compositor polaco, un día se inspirase /Turistamagazine
Disfrutaba de los ocasos sobre el mar y cielo azul, del paisaje de las montañas y del gran sol matinal que bañaba la isla de oro. En el teatro familiar, algunas noches, Benjamín Itaspes tocaba en el mismo piano, donde el gran compositor polaco, un día se inspirase.
Escuchaba las campanas de la iglesia de la vieja Cartuja y afloraba su religiosidad y recuerdos. Religiosidad llevada interiormente he inyectada desde su infancia por su tía abuela y más tarde en su adolescencia, por los Jesuitas de la vieja Iglesia, La Recolección, en un lejano país tropical de León, Nicaragua.
Cierto día, Benjamín paseaba, hundido en sus pensamientos. Admiraba los parajes, los pinares, las parras e higueras, los olivos.
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Castillo de la Real Cartuja en Valldemosa,/Turistamagazine
Le saludaron unos viejos amigos y conoce a Margarita. Una bella viuda parisiense que tiene una historia similar. Ambos habían tenido una niñez sufrida, un destino incierto. Estaban sedientos de afecto y cariño. Desilusiones y sentimientos románticos eran compartido y estas dos almas, tímidas y silenciosas, se encuentran.
Margarita, escultora y artista, era exquisitamente culta. Tenían muchas afinidades en común que compartir. ¡Son felices! pero, ¿por qué no se encontraron antes en París?, se preguntaba. Más el destino y Dios que todo propone, no lo quiso así. Fue un encuentro fugaz y profundo, el cual no pudo ser llevado a una realidad existencial. Ella prefiere recordarlo así nomas, como dos amigos, para no romper el hechizo mágico que los unía.
Benjamín se va de regreso a la vieja Cartuja, henchido de amor, a hacer vida de ermitaño. ¿Por qué antes cuando joven no eligió esa vida de ensueños y pureza? Para ser como los monjes Cartujos hay que renunciar a Satanás que te tienta con sublimes engaños. En su vida de recuerdos y anhelos se retira con su música a hacer vida de oración, a seguir el ejemplo de los antiguos monjes que habitaron el monasterio de la Real Cartuja.
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Recuerdo vivo del príncipe de las letras / Turistamagazine
Y es allí, en Valdemossa de Mallorca, en esa isla llena de encantos que Rubén Darío recupera sus fuerzas y vitalidad. Es allí, donde su espíritu se alimenta de esperanzas e ilusiones y gana de nuevo sus anhelos por vivir. Es allí, donde Rubén Darío por un momento, dejó de ser llamado Rubén y se hizo Benjamín Itaspes.
“A la Cartuja”
Y fueron castos por dolor y fe,/Y fueron pobres por la santidad,/Y fueron obedientes porque fue/su reina de pies blancos la humildad.
[…]
¡Ah!, fuera yo de esos que Dios quería,/ y que Dios quiere cuando así le place,/
dichoso ante el temeroso día/de losa fría y Requiescat in pace!
[…]
¡Y quedar libre de maldad y engaño/y sentir una mano que me empuja/a la cueva que acoge el ermitaño, /o al silencio y la paz de la Cartuja!
*Maestría en Literatura Española
Graduada de Saint Louis University en Saint Louis, Missouri USA.
** En referencia a Raymond Llull quien fue un beato, poeta, filósofo, místico y teólogo que pudo haber pertenecido a la orden tercera de San Francisco, misionero mallorquín del año 1232-1325 durante Jaime II que escribió sus obras en, catalán árabe y latín. Considerado beato en la religión católica y no fue canonizado por situaciones políticas pero los Mallorquines veneran con fervor.
Fotos Colección privada de la autora del articulo