CANTOS PERDIDOS Y LA VIRGEN MARÍA
Por Josefina Haydée Argüello*
Nuestra gentil Colaboradora siempre con ese estilo tan fino y particular, por Navidad nos regala con este hermoso artículo, esperamos que lo disfruten y lo compartan como siempre.
No es casualidad que los últimos trece cantos de la Divina Comedia, dedicados al Paraíso fueran encontrados milagrosamente, ni que muchos de estos, estén llenos de alabanzas a la Virgen María.
Estando perdidos, se propuso a los hijos del poeta, que terminaran la obra, pero la perfección y delicadeza del poema era una tarea muy difícil de acometer.
Según Santiago de Posteguillo, el escritor italiano Boccaccio, quien rebautizara la obra como: La “divina” comedia, relató que Dante Alighieri (1265-1321) se apareció en sueños a su hijo Jacopo para revelarle el lugar exacto donde se encontraban los versos desaparecidos.
Fue en Florencia ciudad natal de Dante, en su vieja casa donde los encontraron.
La obra está dividida en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Cada parte contiene treinta y tres cantos más una introducción. Poema compuesto en tercetos endecasílabos de 14.733 versos. Originalmente escrita en dialecto Toscano.
Dante realiza un viaje para purificar su alma con el auxilio de tres guías: Virgilio el de la razón, quien le conduce por el Infierno y el Purgatorio, Beatriz la de la teología y la fe, que le conduce en el recorrido por el Paraíso y San Bernardo el de la contemplación, que le lleva por el Paraíso y el Empíreo.
—Siguiendo la versión narrativa de Adriana Hernández Yasnó, entre los cantos XXII al XXIII y XXX al XXXIII del Paraíso:
Dante y Beatriz como en un relámpago entran al octavo cielo el de las estrellas fijas. Allí está la “Sustancia Divina, con la Sabiduría y el Poder que abrieron las vías entre el cielo y la tierra”.
Beatriz le muestra el hermoso jardín donde están María, los Apóstoles y otros esplendores. En el “más grande está María y girando en torno suyo hay una llamarada proveniente del interior del cielo”.
La Virgen coronada por el Arcángel Gabriel se eleva sobre el último cielo siguiendo a Cristo.
Suben al Empíreo. “Reino de las luces, del amor y la felicidad”. Dante vio un río, entre dos orillas cubiertas de flores. Salían chispas como rubíes que caían sobre las flores y volvían a su raudal convirtiéndose en un “lago de luces extraordinarias”. “En torno a la luz se reflejaban más de mil gradas colocadas en forma de rosa” que de cuyo centro exhalaban perfumes de alabanzas a Dios. Se encuentra Dante con San Bernardo y su vista sube hasta “el rayo divino, con la ayuda de la Reina del Cielo”, llegando a lo más alto del circulo donde está María rodeada de ángeles.
El poeta aquí no tiene palabras para describir aquella llama de oro de tanta belleza. San Bernardo volvió sus ojos hacia María “acrecentando el ardor con que Dante la contemplaba”.
Debajo de María aparecen Eva, Raquel, Sara Rebeca, Judit, Rut, y otras hebreas, hasta llegar desde el trono hasta la última grada de la flor. En la parte izquierda estaban los santos y a la derecha los que siempre creyeron en Cristo. Por la mitad hasta abajo están los niños que adquirieron su gloria, por Jesucristo.
Dante mira el rostro de María y “ve llover sobre la Virgen una alegría infinita”. El arcángel San Gabriel, el que le anunció a María que iba a ser madre de Dios, “extiende las alas ante ella cantando: Ave María Gratia Plena”.
Con una oración de alabanzas a María, ruega Bernardo le conceda a Dante la virtud para que sus ojos se eleven a Dios para disiparlo de su condición mortal. Los ojos de María se fijaron en Bernardo, demostrando con ello que el ruego había sido escuchado.
El poeta adquiere pureza y claridad penetrando en la “Alta Luz”, donde descubre la Verdad y el milagro de la creación ligado al Amor.
Alighieri por medio de su imaginación ha viajado hacia lo desconocido para buscar la Verdad: Encuentra el conocimiento profundo y sacro de su origen, para unir lo humano con lo sagrado.
Sin el hallazgo de estos cantos la obra no gozaría de su más grande gracia: “La Virgen María”.
—¡Oh Virgen Madre, hija de tu hijo, /humilde y alta como no hay criatura. /del acuerdo eternal punto prefijo! / Tu levantaste la humanal natura. Dante. (Traducción: Juan de la Pezuela).
Sirva esto en el Mundo Entero: para mostrar la grandeza del ¡Poder y la Gloria de María!
*Máster en Literatura Española