EL PERÚ EN EL MUNDO
Por Antero Flores-Araoz*
Aprovechando que el nuevo Gobierno de Colombia, retira a esa hermana República, de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), es buena oportunidad para reflexionar sobre la conveniencia que el Perú continúe en ella, así como evaluar nuestra participación en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Lo expuesto, en simultáneo de apresurar nuestra participación en la Asociación Transpacífico, así como enfrentar el reto de hacer enmiendas al tratado constitutivo de la Organización de Estados Americanos y a su Carta Democrática y el sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Nuestro país percibió con acierto, que ya teníamos suficientes foros internacionales para las relaciones políticas e institucionales entre las naciones, sea de alcance mundial como regional. También acertó en privilegiar las relaciones comerciales entre los países, en el ánimo de incrementar nuestras exportaciones, principalmente al Sud Este Asiático, siguiendo direccionamientos de la Oficina Mundial del Comercio e incluso, con realismo, cerrar filas con México, Colombia y Chile, conformando la Alianza del Pacífico, con socios que tienen la misma visión de futuro para su desarrollo armónico
Dentro del análisis situacional internacional, es bueno recordar que UNASUR fue estimulado por lo que en ése entonces se consideraba la Alternativa Bolivariana Americana, que lejos de ser inclusivos tuvo sesgo exclusivo, al debilitar la OEA y crear un Organismo privativo para América del Sur, y hasta con la pretensión de tener un Parlamento Suramericano, sin ton ni son.
La situación es de suyo más grave, con la existencia de CELAC, que claramente excluye a Canadá y los Estados Unidos de América, de su acción y presencia continental, en que lejos de unir, distancia a esos Estados con fortalezas incuestionables. Otra vez nos dejamos llevar por los cantos de sirena de terceros, con otros intereses, que no son necesariamente los nuestros.
Nuestro interés deberíamos concentrarlo en la necesidad de privilegiar relaciones comerciales para nuestro desarrollo, que en alianzas políticas ajenas a nuestra realidad continental, y en las acciones por emprender tenemos que aggiornar a la OEA, poniéndola en el contexto de los tiempos en que vivimos, para que nunca más la dádiva del petróleo de uno de sus países integrantes, sea lo que determine el norte y acción de una organización hemisférica, renunciando a su propia razón de ser.
Al mencionar la OEA, no olvidemos que también es preciso revisar la Carta Democrática, para que además de contenido, tenga herramientas para que se respete el Sistema y no se incurra en lo que vemos en Venezuela y Nicaragua. En cuanto a la OEA, no se agota su reforma en lo expuesto, sino principalmente continuar con las que se empezaron en el año 2007, y que aún no concluyen, para que tanto la Comisión como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se limiten a lo que fue el motivo de su creación, hoy desbordado por ideologías que nos son extrañas.
Precisemos además, tal como lo afirmase el Embajador Oscar Maúrtua, la necesidad que nuestro Congreso ratifique el Tratado de la Asociación Transpacífico, con prescindencia que Estado Unidos se haya alejado, esperemos temporalmente, de su campo competencial.
*Abogado,político peruano,Fundador del PartIdo ORDEN