COMEZÓN ELECTORAL

Por Antero Flores-Araoz*
Entre los pocos aciertos de la legislación electoral, se encuentra la fijación de plazo, bastante amplio, antes de la convocatoria a elecciones generales, para que quienes pretendan participar como candidatos, sea en planchas presidenciales, sea en listas parlamentarias, se encuentren inscritos como militantes en algún partido político.
Como estaba por vencer dicho plazo, previo a las elecciones generales para el año 2026, en que se elegiría nuevo presidente de la República, así como a los diputados y senadores que conformarían el Congreso entre el 28 de julio del 2026 a igual fecha del 2031, infinidad de personas se han inscrito a partidos serios (antiguos o no tanto), como a no muy serios e incluso hasta los llamados “vientres de alquiler”.
Las carreras para ubicar algún partido donde recalar, eran dignas de olimpíadas y, para promoverse ante los dirigentes partidarios hacían la mar y morena para presentarse como los indispensables y que, sin ellos no habría futuro en el Perú. Los millenials dirían que se auto auspiciaban como “la última chupada del mango”.
Hacían sus cálculos sobre lo que harían o no harían en el período quinquenal del nuevo régimen, pero con olvido de que en nuestra patria en los últimos años hemos sido espectadores de disoluciones del Congreso, de vacancias presidenciales cuando no de renuncias, teniendo el vergonzoso privilegio de en el último lustro tengamos en la Presidencia de la República, un presidente en promedio por año.
Pero no solo lo narrado es digno de Ripley, pues hay casos en que tendríamos que anteponer a la búsqueda de partido, salirse algunos del anterior al que pertenecían, no precisamente por disidencia sino por transfuguismo, lo que indiscutiblemente le quita valor al “cambiazo”.
Las veloces corridas para “chapar” partido, son más rápidas que ir al baile de la conocida cinta cinematográfica “Fiebre del Sábado en la noche”, pues la enfermedad política de la “candidatitis” es muy veloz en contagiarse y muy duradera en el tiempo.
Lo que hemos expuesto, afecta la vida política del país, con gente que llega a las candidaturas sin tener mística partidaria ni menos coincidencias con el pensamiento y planes gubernamentales del partido en que logren afiliarse, situación que se agrava si llegan a ser elegidos para el cargo al que aspiran, pues si entraron a un partido sin convicción o si fueron “tránsfugas”, evidentemente no son confiables para la función pública que exige determinados estándares éticos y de preparación cívica.
Por otro lado la gran cantidad de agrupaciones políticas ya formalizadas e inscritas en el Registro que lleva el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y el crecido número de partidos pendientes de inscripción, son prueba de la falta de seriedad para afrontar los retos de nuestra incipiente Democracia y, además, estimula los egos de sus caciques (ojo, no digo líderes), para no tratar de llegar a alianzas que oxigenen el panorama político e impidan resultados lamentables como los que tuvimos el 2021.
Evidentemente hay excepciones con personas que tienen clara vocación política, aun sabiendo que ella es un camino con muchos baches y también sorpresivas grietas.
*Prestigioso Abogado y político peruano. Ex ministro del interior, Ex Senador, Ex congresista, fundador del partido político ORDEN.
Imagen/internet/Turistamagazine